Tuesday, March 02, 2010

mi madre dijo;

Que nunca le abriera la puerta a los extraños.

Pero tu no eres un extraño, eres mío.

Estás esperando a que se abra la puerta de enfrente y que salga yo a abrazarte. Te veo cansado y paciente. Estás sentado, fumando un cigarro, leyendo lo primero que te encuentras, y no puedo leer tus pensamientos. No puedo leer tu cuerpo. Solamente intuyo que estás cansado por la hora y que eres paciente porque hablaste hace 15 minutos y yo todavía no salgo. Te veo mirar para todos lados, tu paciencia se está agotando.

Tengo tantas ganas de abrir la puerta y abrazarte. Recompensar tu espera con un beso. Quiero que el aire fluya desde mi hacia ti y me empuje a tus brazos, uniéndonos en un abrazo.

Quiero abrir la puerta y no sé porque no lo hago. Te espero del otro lado de la mirilla, viendo como consumes tu cigarro. Me parte el alma no salir, no estar contigo, no olerte, no reconocerte, no saberte.

Abro la puerta de a poco y me asomo para asegurarme que no te has ido. Me descubres, me sonríes. Me derrito. Esa sonrisa coqueta delata que tu también me extrañaste. Y ahora, fundidos en un abrazo, me sigo preguntando: ¿Por qué tardé tanto tiempo en abrir la puerta?

No comments: